Una investigación desarrollada en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha demostrado que se pueden utilizar peces como sensores biológicos mediante una metodología no invasiva basada en el análisis de imagen, que podría usarse para detectar contaminantes.
Según ha informado hoy en una nota la UPV/EHU, el trabajo ha sido desarrollado por el investigador Harkaitz Eguiraun, que considera que se ha dado “un gran paso en el avance hacia la acuicultura inteligente”.
En la investigación, llevada a cabo en la Estación Marina de Plentzia (Bizkaia) de la UPV/EHU en el marco de su tesis doctoral, el ingeniero Harkaitz Eguiraun ha monitorizado “on line” diversos grupos de lubinas para analizar cómo se comportan en condiciones de estrés.
La metodología utilizada está basada en la grabación en vídeo de grupos de lubinas, en el procesamiento de imágenes y en el análisis de señales no lineales.
La investigación ha probado que “se pueden utilizar peces como sensores biológicos, debido a que se pueden medir de una manera no invasiva los cambios que se producen en su comportamiento cuando se encuentran bajo perturbaciones externas”, según el investigador.
Experimento en lubinas, tres fases
El trabajo se llevó a cabo en tres fases. En la primera se desarrolló la herramienta en sí (el procedimiento de obtención de imágenes, la manera de analizar las imágenes…), para lo cual se analizó el comportamiento de tres grupos de lubinas: lubinas que no tenían perturbación externa alguna, lubinas marcadas con un elastómero (parecidas a las anteriores) y lubinas sumergidas en agua que contenía metirmercurio (un compuesto neurotóxico).
En la segunda fase, se determinó el llamado “punto de operación”, variando el número de peces para ver cómo cambiaba su comportamiento, con el fin de ajustar la herramienta de monitorización y poder diferenciar situaciones de perturbación de situaciones normales.
Cuando el sistema se desvía de este “punto de operación” se sabe que algo ocurre, y se puede detectar qué es.
En la tercera fase, los investigadores vertieron selenito de sodio (un complemento alimenticio) a las lubinas de dos tanques durante siete días, y, después, en uno de ellos, vertieron metilmercurio (neurotóxico) durante catorce días.
De esta manera pudieron observar que el selenito no influye en el sistema, ya que no lo desvía de su “punto de operación”, pero que el metilmercurio sí afecta.
Según el investigador, “es importante analizar la evolución diaria de los sistemas ya que los peces, como seres vivos que son, se adaptan a las situaciones de estrés”.
Para el especialista, con una técnica de monitorización como la desarrollada “se pueden detectar diferencias entre una situación normal y otra anormal”, por lo que esta técnica podría ser “muy valiosa” para detectar nuevos contaminantes o mezclas de contaminantes, alertados por el comportamiento de los animales o utilizando los peces como sensores biológicos.
Eguiraun ha señalado que están trabajando en la creación de un proyecto europeo para desarrollar en profundidad esta tecnología.
Según ha informado hoy en una nota la UPV/EHU, el trabajo ha sido desarrollado por el investigador Harkaitz Eguiraun, que considera que se ha dado “un gran paso en el avance hacia la acuicultura inteligente”.
En la investigación, llevada a cabo en la Estación Marina de Plentzia (Bizkaia) de la UPV/EHU en el marco de su tesis doctoral, el ingeniero Harkaitz Eguiraun ha monitorizado “on line” diversos grupos de lubinas para analizar cómo se comportan en condiciones de estrés.
La metodología utilizada está basada en la grabación en vídeo de grupos de lubinas, en el procesamiento de imágenes y en el análisis de señales no lineales.
La investigación ha probado que “se pueden utilizar peces como sensores biológicos, debido a que se pueden medir de una manera no invasiva los cambios que se producen en su comportamiento cuando se encuentran bajo perturbaciones externas”, según el investigador.
Experimento en lubinas, tres fases
El trabajo se llevó a cabo en tres fases. En la primera se desarrolló la herramienta en sí (el procedimiento de obtención de imágenes, la manera de analizar las imágenes…), para lo cual se analizó el comportamiento de tres grupos de lubinas: lubinas que no tenían perturbación externa alguna, lubinas marcadas con un elastómero (parecidas a las anteriores) y lubinas sumergidas en agua que contenía metirmercurio (un compuesto neurotóxico).
En la segunda fase, se determinó el llamado “punto de operación”, variando el número de peces para ver cómo cambiaba su comportamiento, con el fin de ajustar la herramienta de monitorización y poder diferenciar situaciones de perturbación de situaciones normales.
Cuando el sistema se desvía de este “punto de operación” se sabe que algo ocurre, y se puede detectar qué es.
En la tercera fase, los investigadores vertieron selenito de sodio (un complemento alimenticio) a las lubinas de dos tanques durante siete días, y, después, en uno de ellos, vertieron metilmercurio (neurotóxico) durante catorce días.
De esta manera pudieron observar que el selenito no influye en el sistema, ya que no lo desvía de su “punto de operación”, pero que el metilmercurio sí afecta.
Según el investigador, “es importante analizar la evolución diaria de los sistemas ya que los peces, como seres vivos que son, se adaptan a las situaciones de estrés”.
Para el especialista, con una técnica de monitorización como la desarrollada “se pueden detectar diferencias entre una situación normal y otra anormal”, por lo que esta técnica podría ser “muy valiosa” para detectar nuevos contaminantes o mezclas de contaminantes, alertados por el comportamiento de los animales o utilizando los peces como sensores biológicos.
Eguiraun ha señalado que están trabajando en la creación de un proyecto europeo para desarrollar en profundidad esta tecnología.
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