El Pnuma (Programa de la ONU sobre Medio Ambiente) y Hábitat (Programa de la ONU sobre Asentamientos Humanos) han difundido una declaración conjunta que enfatiza un patético panorama donde van de la mano la contaminación ambiental y el deceso de menores de edad.
Según los datos divulgados, al menos un millón ochocientos mil menores de cinco años mueren anualmente por males vinculados al agua sucia, en tanto el mundo actual emite dos millones de toneladas de efluentes cloacales y desechos industriales y agrícolas.
Achim Steiner, director ejecutivo del Pnuma, destaca que "más de la mitad de las camas de establecimientos médicos del globo están ocupadas por pacientes que sufren enfermedades ligadas a la ingesta de agua emponzoñada".
"Para que se aprecie la magnitud del desastre basta saber que hoy muere más gente como consecuencia de las aguas contaminadas que la que fallece por efecto de todas las formas de violencia, incluidas las guerras", añadió el funcionario.
La documentación proporcionada por la dupla Pnuma-Hábitat, señala que el impacto de la situación sobre el medio ambiente en general no es menos impactante.
Ello se debe a que alrededor del 90 por ciento del agua desechada en los países en vías de desarrollo es vertida sin tratamiento neutralizador alguno directamente en ríos, lagos y océanos.
"Tales descargas son parte de la razón por la cual crecen sin cesar y velozmente las zonas carentes de oxígeno en los mares y océanos del planeta", ha dicho Anna Tibaijuka, directora ejecutiva de Hábitat.
Y agrega que "actualmente alrededor de 245 mil kilómetros cuadrados de ecosistemas marinos son afectados por impactos tóxicos en la fauna ictícola, los ambientes submarinos y las cadenas alimentarias".
Los especialistas han verificado que también el clima es impactado, pues las emisiones acuáticas de gas metano y de óxido nitroso podrían aumentar intensamente (entre el 25 y el 50 por ciento) de aquí al año 2020: son parte del calentamiento global.
Naciones Unidas advierte que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades marcadas por inadecuadas infraestructuras y recursos para encarar la gestión hídrica de manera eficiente y sustentable.
Al respecto se resalta que 21 de las 33 megaciudades del globo se encuentran sobre zonas costeras donde frágiles ecosistemas se hallan en franco deterioro, y que sin mediar una gestión hídrica eficaz, empeorarán irreversiblemente.
Hacia el año 2015 las poblaciones costeras sumaban 1.600 millones de personas (un quinto del total global) que sumarán 5.000 millones en 2030, en un mundo cuya población global superará los 9.000 millones en 2050.
Steiner expresa que "algunas de esas tendencias son inevitables, pero sin embargo el mundo posee opciones en términos de cantidad y calidad de los desagotes en ríos y mares si se toman medidas de sustentabilidad en establecimientos agrícolas, áreas rurales y ecosistemas circundantes".
Ambos funcionarios citados consideran que si se realizaran inversiones apropiadas en los sistemas sanitarios y las tecnologías de tratamiento de efluentes, la situación general podría mejorar.
En otros casos, afirman, también podrían tomarse en cuenta inversiones para la rehabilitación y restauración de los sistemas purificadores que posee la naturaleza, como los humedales y los manglares, "desafíos para los que nuestras instituciones están preparadas".
El príncipe Willem-Alexander, subsecretario general de la ONU para el agua y sistemas sanitarios, opinó al respecto que "los efluentes tóxicos no son apenas una amenaza sino un desafío donde podemos hallar oportunidades para crear empleos verdes, bienestar social y salud ecológica".
Anualmente, según la ONU, más de dos millones de personas fallecen por enfermedades diarreicas que en un 88 por ciento se deben a la falta de higiene cloacal y al abastecimiento de agua contaminada.
Dado que las aguas del globo viajan por el sistema hidrológico desde las cumbres de las montañas hasta los mares, las actividades de la sociedad humana capturan y extraen millones de litros de agua para sostener a sus comunidades y economías.
En cuanto al impacto del cambio climático en las aguas terrestres, ya hay regiones que padecen escasez de líquido confiable, mientras los grandes glaciares están retrocediendo a enorme velocidad.
Según los datos divulgados, al menos un millón ochocientos mil menores de cinco años mueren anualmente por males vinculados al agua sucia, en tanto el mundo actual emite dos millones de toneladas de efluentes cloacales y desechos industriales y agrícolas.
Achim Steiner, director ejecutivo del Pnuma, destaca que "más de la mitad de las camas de establecimientos médicos del globo están ocupadas por pacientes que sufren enfermedades ligadas a la ingesta de agua emponzoñada".
"Para que se aprecie la magnitud del desastre basta saber que hoy muere más gente como consecuencia de las aguas contaminadas que la que fallece por efecto de todas las formas de violencia, incluidas las guerras", añadió el funcionario.
La documentación proporcionada por la dupla Pnuma-Hábitat, señala que el impacto de la situación sobre el medio ambiente en general no es menos impactante.
Ello se debe a que alrededor del 90 por ciento del agua desechada en los países en vías de desarrollo es vertida sin tratamiento neutralizador alguno directamente en ríos, lagos y océanos.
"Tales descargas son parte de la razón por la cual crecen sin cesar y velozmente las zonas carentes de oxígeno en los mares y océanos del planeta", ha dicho Anna Tibaijuka, directora ejecutiva de Hábitat.
Y agrega que "actualmente alrededor de 245 mil kilómetros cuadrados de ecosistemas marinos son afectados por impactos tóxicos en la fauna ictícola, los ambientes submarinos y las cadenas alimentarias".
Los especialistas han verificado que también el clima es impactado, pues las emisiones acuáticas de gas metano y de óxido nitroso podrían aumentar intensamente (entre el 25 y el 50 por ciento) de aquí al año 2020: son parte del calentamiento global.
Naciones Unidas advierte que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades marcadas por inadecuadas infraestructuras y recursos para encarar la gestión hídrica de manera eficiente y sustentable.
Al respecto se resalta que 21 de las 33 megaciudades del globo se encuentran sobre zonas costeras donde frágiles ecosistemas se hallan en franco deterioro, y que sin mediar una gestión hídrica eficaz, empeorarán irreversiblemente.
Hacia el año 2015 las poblaciones costeras sumaban 1.600 millones de personas (un quinto del total global) que sumarán 5.000 millones en 2030, en un mundo cuya población global superará los 9.000 millones en 2050.
Steiner expresa que "algunas de esas tendencias son inevitables, pero sin embargo el mundo posee opciones en términos de cantidad y calidad de los desagotes en ríos y mares si se toman medidas de sustentabilidad en establecimientos agrícolas, áreas rurales y ecosistemas circundantes".
Ambos funcionarios citados consideran que si se realizaran inversiones apropiadas en los sistemas sanitarios y las tecnologías de tratamiento de efluentes, la situación general podría mejorar.
En otros casos, afirman, también podrían tomarse en cuenta inversiones para la rehabilitación y restauración de los sistemas purificadores que posee la naturaleza, como los humedales y los manglares, "desafíos para los que nuestras instituciones están preparadas".
El príncipe Willem-Alexander, subsecretario general de la ONU para el agua y sistemas sanitarios, opinó al respecto que "los efluentes tóxicos no son apenas una amenaza sino un desafío donde podemos hallar oportunidades para crear empleos verdes, bienestar social y salud ecológica".
Anualmente, según la ONU, más de dos millones de personas fallecen por enfermedades diarreicas que en un 88 por ciento se deben a la falta de higiene cloacal y al abastecimiento de agua contaminada.
Dado que las aguas del globo viajan por el sistema hidrológico desde las cumbres de las montañas hasta los mares, las actividades de la sociedad humana capturan y extraen millones de litros de agua para sostener a sus comunidades y economías.
En cuanto al impacto del cambio climático en las aguas terrestres, ya hay regiones que padecen escasez de líquido confiable, mientras los grandes glaciares están retrocediendo a enorme velocidad.
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