Esta especie única fue declarada en peligro crítico desde el 2008. Antes de que eso sucediera habitaba en los bosques de Atlántico, Bolívar, Sucre, Córdoba y el norte del Urabá; pero en el último censo, hecho en el 2013, solo se registraron 7.000 ejemplares, un número que ha decrecido de manera constante desde el 2006.
Hace décadas los titíes cabeciblancos eran lo bastante numerosos como para subsistir sin problemas. Sin embargo, a finales de los años 60 y comienzos de los 70 se exportaron 30.000 titíes a Europa y a Estados Unidos, donde fueron utilizados en investigaciones biomédicas. Empezaron a ser muy comunes en los zoológicos de estos países, pero quienes lo veían desconocían que era un animal tan amenazado que solo se encuentra en el norte de Colombia.
En el país, el número de esta especie descendió hasta quedar aislados en pequeñas partes de bosques. Actualmente el panorama es devastador. La deforestación y el uso del suelo para la ganadería han destruido el 98 por ciento de su hábitat original. El índice de deforestación en Colombia sigue siendo uno de los más altos del mundo (120.933 hectáreas de bosque natural al año) y lo poco que queda de su hábitat se enfrenta a la contaminación.
Sumado a esto, los titíes siempre han sido capturados para el tráfico ilegal de especies, a menudo por habitantes de la zona que los usan para conseguir dinero .
En 1985 la bióloga estadounidense Anne Savage, quien se dedica a la conservación en Disney Animal Kingdom, dejó sentado el valor biológico de esta especie. Para esa época visitó Colombia atraída por la belleza del mono tití, del cual se tenía poca información. Tras conocer su decadente estado, creó el único programa que existe para conservar a esta especie y actualmente lidera la fundación Proyecto Tití, que busca donantes y colaboradores.
Luego de 30 años de persistencia, esta organización ha logrado consolidar dos zonas de conservación en el país: la hacienda El Ceibal, situada en Santa Catalina de Alejandría (Bolívar), y Los Rosales, en Luruaco (Atlántico), donde viven protegidos al menos 300 titíes, cerca del 10 por ciento de los que sobreviven en todo el país.
Proyecto Tití monitorea a diario los bosques, observando el comportamiento de este animalito, así como su localización y factores de migración. Rosamira Guillén, coordinadora del proyecto en Colombia, dice que "la solución es recuperar y conectar bosques; además se debe aumentar el espacio de hábitat porque con el tiempo irán perdiendo diversidad genética".
La presión urbana y la minería también afectan el hogar de esta especie; la única solución viable para mejorar esta situación es proteger y conectar los bosques existentes.
Las comunidades aledañas al bosque cazaban a la especie y talaban para conseguir leña, dejando el territorio desprovisto de árboles. Ahora el bosque les queda pequeño, incluso han iniciado conflictos territoriales entre la misma especie.
Los titíes cabeciblancos ya no tienen a dónde ir, no tienen dónde vivir. Debido a los terrenos usados para la ganadería, los árboles no pueden seguir creciendo y las fronteras de los bosques los dejan expuestos a los depredadores.
En un periodo de 10 años puede nacer un bosque en el que los animales pueden encontrar comida, pero no se quedarían a dormir porque necesitan de árboles más grandes que les provean refugio. Por lo menos 30 años tomaría tener un bosque en óptimas condiciones para el animal.
El Proyecto Tití comprendió que trabajar con la comunidad era la forma más efectiva para empezar a reducir el impacto negativo en el hábitat del monito. La comunidad Los Límites, ubicada a 50 kilómetros al noreste de Cartagena de Indias y a 80 kilómetros al suroeste de Barranquilla, es el pueblo más cercano a las zonas de conservación. Los proyectos comunitarios iniciaron allí.
Las mujeres de la zona dedicaban su vida a labores domésticas o ventas informales. Necesitaban una nueva opción de ingresos que además les hiciera comprender el valor biológico de la especie. Con eso en mente el proyecto capacitó a 15 mujeres que crearon la Asociación de Artesanas Unidas de Los Límites; ellas fabrican peluches del tití cabeciblanco, un producto que ha contribuido a crear conciencia sobre las amenazas que sufre este animal.
El grupo de mujeres también teje ecomochilas, bolsos hechos con bolsas de plástico usadas, creando así una fuente adicional de ingresos para las familias y disminuyendo la contaminación. Con esta actividad de reciclaje se han recogido más de tres millones de bolsas de plástico de los bosques y ríos locales. Las actividades de conservación también incluyen el uso de cocinas de leña hechas de arcilla, puesto que estas demandan menos madera y reducen la tala de árboles.
La comunidad de Los Límites ha logrado conservar los bosques y contribuir a la supervivencia a largo plazo del tití cabeciblanco. Incluso en el 2012 la Asociación de Artesanas ganó el Premio Ecuatorial de las Naciones Unidas para el Desarrollo, en la Cumbre Mundial de Río por su iniciativa de conservación ambiental. Con el dinero recibido, las mujeres de la región ahora tienen una granja autosostenible para emplear a los hombres de la comunidad. Se espera que allí realicen actividades de ganadería y agricultura para aumentar la calidad de vida de los hogares.
Sin embargo, el proyecto se enfrenta a una búsqueda de presupuesto constante para continuar con los programas de conservación. Rosamira Guillén cuenta que el apoyo económico nacional es escaso. Durante casi dos décadas, integrantes del Disney Worldwide Conservation Fund y el Animal Kingdom se han interesado en apoyar el Proyecto Mono Tití, por ser tal vez el único animal colombiano que se ha convertido en un peluche que se vende en los parques de Disney, en Orlando.
Guillén dice que además de la preservación y el estudio de los monos, han vinculado a cerca de 2.500 estudiantes y 50 familias al proyecto. En los colegios de Santa Catalina y Luruaco se les enseña a los más pequeños la importancia de la especie para la diversidad de la región. Con esto pretenden generar líderes ambientales en las comunidades, para que en el futuro el cuidado de las zonas de conservación este asegurado.
"Todas las personas necesitan saber el valor de esta especie. El mono tití es un patrimonio de Colombia y hemos logrado transmitir la importancia de la conservación. Apoyando esta iniciativa también estamos protegiendo la vida del bosque, el agua y el aire que nos rodea", concluye Guillén.
Además, cada 16 de agosto se celebra el Día Nacional del Mono Tití, porque este primate también merece una fecha para valorarlo y recordar la necesidad de su preservación.
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