China lidera el consumo de productos de especies animales amenazadas. La demanda, que inicialmente se dirigía a ingredientes de medicamentos tradicionales chinos, ha aumentado en paralelo
Buena parte
Sus esfuerzos, aseguran, han empezado a dar resultado. Un estudio de WildAid en las tres principales ciudades chinas -Pekín, Shanghái y Cantón- apunta a una mejora de las percepciones del público: en 2012, un 33% de los ciudadanos creía que el marfil solo se obtenía de animales muertos de manera natural, una cifra que en 2014 caía al 10,5%. Un 70,6% de los consultados consideraba un problema la caza ilegal de elefantes el año pasado, frente al 46,6% que opinaba así dos años antes. Y un 95% de los no consumidores se declara ahora partidario de medidas más estrictas contra la caza ilegal de rinocerontes. El Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) calcula que su campaña publicitaria contra la caza ilegal de animales ha reducido el grupo más proclive a comprar marfil de un 54% a un 26%.
La presión pública ha contribuido también a un endurecimiento de la actitud de los portales de comercio electrónico. Una veintena, encabezada por el gigante chino Taobao.com, han adoptado una política de tolerancia cero contra la compraventa de animales salvajes.
La creciente concienciación pública, y la nueva determinación para preservar el medioambiente, han motivado a Pekín a tomar nuevas medidas. Ha vetado la subasta de productos de marfil y el pasado 3 de marzo anunció una moratoria de un año a las importaciones de marfil labrado procedente de África. Según un informe de WildAid, el consumo de aleta de tiburón ha caído entre un 50% y un 70% en dos años, en buena parte gracias a la campaña del Gobierno contra la corrupción, que ha prohibido las especies protegidas en los banquetes oficiales.Aquella cena de Shenzhen, por ejemplo, no acabó bien. Alguien alertó a la prensa, que trató de fotografiar a los participantes en el banquete. Según la agencia oficial Xinhua, 14 policías quedaron bajo investigación, aparentemente por posible corrupción.
En opinión de Mei, iniciativas como la moratoria al marfil labrado, durante la cual Pekín evaluará el impacto en el tráfico ilegal, representan un paso “muy bueno”. El Gobierno chino “muestra una actitud de encontrar una manera de resolver el problema”, considera.
Otras organizaciones creen que el Gobierno aún debe hacer mucho más. Problemas como leyes contradictorias, un “mercado gris” donde es difícil determinar qué mercancía es legal y cuál no y un sistema poco eficaz para hacer cumplir las leyes contribuyen a que la demanda continúe. Grace Ge Gabriel, directora para Asia de la organización conservación IFAW, asegura que “las campañas de concienciación de las ONG pueden eliminar la ignorancia de los consumidores, pero no la codicia”.
Entre las propuestas que se han presentado, hasta ahora sin éxito, se encuentran las mociones de Yao Ming o el artista Yuan Xikun -ambos con un asiento en el organismo equivalente al Senado chino- para introducir un veto similar a otros productos de lujo procedentes de animales en peligro. “En un esfuerzo para eliminar la corrupción y condenar el consumo decadente, instamos a un decreto especial que prohíba a los funcionarios el consumo y los regalos de partes y productos de especies amenazadas”, indicaba la propuesta de Yuan.
Y según Gabriel, el paso decisivo que el Gobierno chino debe dar para contribuir a salvar a los elefantes es “prohibir el comercio de marfil de una vez por todas”.
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