El Tribunal de lo Contencioso Administrativo de Costa Rica fijó en 6,4 millones de dólares el daño ambiental causado por el proyecto de minería de oro a cielo abierto "Las Crucitas", que nunca llegó a operar y que estaba a cargo de la empresa Industrias Infinito, filial de la canadiense Infinito Gold.
Las reparaciones ambientales deberán ser ejecutadas y el dinero pagado, de manera solidaria por la empresa, el Estado costarricense y el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), determinó la sentencia dictada hoy.
Entre los daños ambientales se destaca la tala ilegal de árboles de almendro, una especie protegida y que es la principal fuente de alimento de la lapa (guacamaya) verde, un ave en peligro de extinción de la que quedan pocas parejas en Costa Rica.
Este caso se remonta al 2010, cuando el Tribunal Contencioso Administrativo declaró como nulas las resoluciones del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y de la Secretaría Técnica Ambiental (Setena), con las que se otorgó la viabilidad ambiental y la concesión minera a la empresa, así como aprobaciones para modificar el proyecto y el uso del suelo.
El Gobierno del expresidente Óscar Arias (2006-2010) declaró el proyecto minero, ubicado en San Carlos (norte), como de “interés público y conveniencia nacional”.
La Sala I (casación) de la Corte Suprema de Justicia declaró en 2011 sin lugar una serie de apelaciones de la minera, y la Sala Constitucional rechazó otras acciones presentadas por la firma.
Explotación minera
La empresa, que esperaba explotar al menos 19,8 toneladas de oro durante los 10 años que preveía la concesión, inició la construcción de la mina pero nunca pudo finalizarla ni extraer oro.
Durante varios años grupos ambientalistas denunciaron ante los tribunales las irregularidades en el otorgamiento de permisos y los riesgos para el medio ambiente que, a su juicio, suponía el proyecto.
En febrero de 2014 la firma Infinito Gold presentó ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), órgano adscrito al Banco Mundial, una demanda contra Costa Rica por 94 millones de dólares como indemnización por las inversiones realizadas.
Este proceso está pendiente de resolución pero, según medios costarricenses, se encuentra paralizado debido a problemas financieros de la compañía canadiense.
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