El Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) concedió hoy la licencia de operación a la hidroeléctrica de Belo Monte, una polémica y faraónica obra en medio de la Amazonía, informaron fuentes oficiales.
La licencia ambiental, válida inicialmente por seis años, permite que Belo Monte, que será la tercera mayor hidroeléctrica del mundo y cuyos impactos ambientales son cuestionados desde hace años por indios, pescadores y ecologistas, inunde una extensa región en la Amazonía y comience a producir energía, informó el Ibama en un comunicado.
La autorización fue expedida por la presidente del Ibama, Marilene Ramos, pese a que los técnicos del organismo admitieron recientemente que la empresa Norte Energía, responsable por el proyecto, no había cumplido varias de las exigencias que se le hicieron para que pudiese comenzar a operar.
El organismo condicionó la emisión de la licencia al cumplimiento de 41 exigencias, en su mayoría ambientales pero también relacionadas a la protección de los indios afectados por el proyecto, y en septiembre pasado el Ibama informó de que Norte Energía aún no había cumplido doce de los condicionantes.
La estatal Fundación Nacional del Indio (Funai), sin embargo, informó el 12 de noviembre pasado de que llegó a un acuerdo por el que la empresa se comprometió a atender las exigencias que no habían sido atendidas y que estableció un cronograma, por lo que no quedaban impedimentos para que se le negase la licencia.
La hidroeléctrica tenía que haber comenzado a operar en febrero de 2015 pero una serie de huelgas y el atraso en la obtención de la respectiva licencia le impidieron cumplir el plazo establecido.
La previsión es que, con la autorización para comenzar a inundar el área de la represa y por coincidir con el período de crecida del río Xingú, la planta podrá comenzar a generar energía en marzo de 2016.
Oposición a la obra
La construcción de Belo Monte, una polémica presa erguida en medio de la mayor selva tropical del mundo, fue paralizada en varias oportunidades por huelgas de obreros insatisfechos con las condiciones de trabajo y por protestas de manifestantes que se oponen a la obra.
La hidroeléctrica comenzó a ser construida en marzo de 2011 en Altamira, ciudad en el estado de Pará, pese a la resistencia de indios, agricultores, pescadores y ecologistas, que están preocupados por el impacto del proyecto en la Amazonía.
La obra, con un costo calculado de unos 10.600 millones de dólares, exigió el desplazamiento de entre 16.000 y 25.000 personas, según diversos cálculos.
Belo Monte, erguida sobre el río Xingú, un afluente del Amazonas, y que inundará 506 kilómetros cuadrados de selva, tendrá una capacidad de generación media de 4.571 megavatios hora y alcanzará un tope de 11.233 megavatios en las épocas de crecida del río.
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