En 1947 un pastor beduino encontró en una cueva de Qumrán, cerca de las costas del Mar Muerto, unas vasijas de barro que contenían manuscritos antiquísimos (datados entre el año 250 a. C. y el 66 d. C.), atribuidos a la secta judía de los esenios, que moraba aquellas tierras. La fiebre arqueológica que desató el descubrimiento hizo que se exploraran otras cuevas de la zona hasta reunir un total de casi mil pergaminos en hebreo, arameo y griego.
Estos Manuscritos (o Rollos) del Mar Muerto, que se encuentran actualmente repartidos entre el Museo de Israel, el Museo Rockefeller (ambos en Jerusalén) y otras instituciones, han sido desde su descubrimiento fuente de controversia y debate, por las implicaciones que podrían tener en el estudio del judaísmo primitivo y el nacimiento del cristianismo.
Entre ellos se encuentran fragmentos bíblicos, comentarios o reglas de la comunidad esenia, que vivía compartiendo los bienes y repartiendo según las necesidades de cada uno, bajo una estricta disciplina fraternal. Se especula con que fueran pacifistas, célibes y hasta vegetarianos, aunque no hay acuerdo respecto a estos puntos. Tenían algo de secta esotérica o monástica, con ritos de iniciación, votos, separación del mundo... También se les identifica como un grupo nacionalista contrario a la ocupación romana. Hay quien dice que Juan el Bautista y Jesucristo podrían haber sido esenios o haber tomado parte de su doctrina de este grupo.
Hoy comienza en la Juan March un ciclo de conferencias que transcurrirá los próximos martes y jueves. Esta tarde, a las 19.30 horas, Julio Trebolle hablará sobre los hallazgos e incógnitas en la investigación de los pergaminos. En próximas sesiones se tocarán temas como la comunidad de los esenios y otras sectas posbíblicas o los orígenes del judaísmo y el cristianismo, de la mano de expertos como Adolfo Roitman o Florentino García Martínez.
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