En la ciudad no hay donde sembrar árboles. Los parques, bosques, riberas de los ríos, separadores de avenidas, jardines y demás zonas verdes de la ciudad están copados.
Durante este año la administración municipal ha plantado 1.000 árboles en la zona urbana, pero la meta es llegar a 20.000, los cuales tendrán que ser plantados en las laderas de Medellín porque en la urbe o ya no caben más o no hay espacio adecuados para sembrarlos.
Jaime Alberto Gómez Cuervo, líder de la unidad de Silvicultural de la Alcaldía, reiteró que el problema para no es de logística, se trata más bien de espacio y ubicación en la zona urbana.
“Los árboles están, no hay escasez. El Jardín Botánico y el vivero municipal cuentan con una variada selección de árboles y realizan la gestión forestal como parte de la compensación ambiental de algunos proyectos urbanísticos”, aseguró Gómez.
El principal inconveniente para la siembra en el perímetro urbano es la interferencia de sus ramas y raíces con los semáforos, señales de tránsito, con las redes de servicio público, conducción eléctrica, alumbrado público y con el sistema de acueducto, alcantarillado y gas.
Además, afirmó Gómez, muchas de las zonas verdes y retiros de quebrada en la ciudad están invadidos por el comercio, por casas construidas en barrios de invasión y, en ocasiones, por depósitos de desechos sólidos.
Para él, el objetivo de la Alcaldía es recuperar esos espacios para el disfrute de los ciudadanos, por ello realizan intervenciones en algunas de las comunas más afectadas, como Popular, Santa Cruz, Manrique y Aranjuez.
Sin embargo, para Lida Giraldo, ingeniera forestal y diseñadora de paisaje, el problema de fondo es que Medellín solo cuenta con 1,5 metros cuadrados de zona verde por habitante, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que haya como mínimo 10 metros.
Según Giraldo, los espacios verdes y las vías peatonales son para el disfrute, la actividad física y el ocio de las personas que habitan una ciudad. Por tanto, deben ser un punto clave y de trascendencia en las políticas de ordenamiento territorial.
“Es importante que en una ciudad creen políticas desde ese componente verde, porque desde ahí se definen los parques, corredores ecológicos, los lineales y áreas protegidas. Todo eso le va a brindar a la ciudad la regulación del aire, el suelo y el agua”, señaló Giraldo.
Agregó que el interés de la Alcaldía por el tema medioambiental es nuevo y apenas comienzan a plantear cambios en el Plan de Ordenamiento Territorial, que estaría por definirse este año.
La ciudad, para Rubén Darío Gómez, director del Grupo de Paisaje, Arquitectura y Diseño (GPAD), fue pensada hace medio siglo como una urbe para los vehículos y no para la gente, los peatones y los deportistas.
En la actualidad, dijo Gómez, ese déficit en el espacio público no se ha corregido, más bien ha crecido durante los últimos años.
“En la concepción inicial de la ciudad, había unas zonas verdes, con franjas de espacio público. Pero nos han quedado cosas tan extrañas, por ejemplo, tenemos separadores de tan solo 30 centímetros, aceras diminutas, parques de cemento y otras anormalidades”, agregó.
Gómez y Giraldo coinciden en que el futuro de las ciudades está en la creación de espacios de circulación y tránsito, recreación y deporte, reunión y contacto con la naturaleza. Todo ello, al fin de cuentas, le da al ciudadano apropiación y vínculo con el lugar que habita.
Cartilla para sembrar en zonas urbanas
Los árboles en las ciudades, por sus raíces, pueden dañar las vías y el sistema de alcantarillado, además de averiar los antejardines y las redes de drenaje. En ocasiones, también dañan los cables de electricidad y las ramas obstaculizan la visibilidad de los semáforos.
Debido a esta problemática, el Jardín Botánico de Medellín editó un libro o manual de siembra de árboles en espacios urbanos, basado en la tesis de grado de Daniel Villa, egresado de la Universidad Nacional.
En este documento hay instrucciones de qué tipo de flora puede ser sembrada en los jardines, antejardines, parques, bordes de las quebradas y espacios verdes de la ciudad.
En su investigación, descubrió por ejemplo que los laureles falsos, de los que está colmada la ciudad, tienen raíces superficiales que rompen las losas de cemento de los andenes.
Él recomienda sembrar en los separadores, antejardines o sardineles árboles que tengan una copa columnar, que significa que no se extienda demasiado hacia arriba. De esta forma, se evita que estropeen el cableado eléctrico y las torres de energía; además, sus raíces no se expanden hacia el subsuelo y no destruyen las tuberías del agua y el gas.
Dice que las especies adecuadas para estos lugares son el calistemo, escobillones rojos y las palmas, porque tienen raíces que no se expanden y no ramifican como otras especies.
Beneficios para la ciudad
Los árboles en la ciudad funcionan como amortiguadores de ruido, absorbentes de gas carbónico y retenedores del polvo que se encuentra suspendido en el aire. Además cambian la cara de la ciudad al ofrecer un paisaje agradable con sombra, color, aroma y cambios fenomenológicos e importancia en el paisaje.
Estos disminuyen la temperatura, regulan la humedad del aire, protejen el suelo y a las construcciones contra la incidencia
directa de los rayos ultravioleta.
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