El precio de mercado de las distintas especies animales del sur de África y su valor biológico no corren parejos. Esta es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oviedo y publicado en la revista Scientific Reports que ha utilizado como referencia las cantidades pagadas por los grandes mamíferos africanos en las subastas de compra-venta de animales vivos para su exhibición en las reservas naturales de Sudáfrica.
El trabajo ha sido realizado por los investigadores Fredrik Dalerum, de la Unidad Mixta de Biodiversidad, y María Miranda, del Departamento de Economía. Ambos científicos, que residieron durante años en Sudáfrica, partieron de una pregunta: ¿Existe o no relación entre el valor ecológico y biológico de especies animales de la fauna salvaje y su precio económico? María Miranda subraya que responder a esta cuestión resultaba complejo porque, normalmente, “no se suele poner precio a bienes ambientales como la fauna y la flora”. Una excepción es Sudáfrica. Allí, las reservas naturales que acogen animales salvajes, fundamentalmente grandes mamíferos, acuden a subastas de compra-venta donde es posible obtener un “valor de mercado”.
Los dos investigadores de la Universidad de Oviedo han estudiado el precio de compra- venta de las distintas especies animales en estas subastas durante un periodo de 20 años y los han cotejado con la contribución de cada una estas especies a la biodiversidad. Los resultados han revelado que no existe relación alguna, o lo que es igual, las especies más costosas económicamente no necesariamente son las más valiosas desde el punto de vista de la diversidad biológica. Fredrik Dalerum recurre a dos ejemplos que explican bien esta falta de relación. Este científico señala que el precio de un ejemplar de cebra apenas alcanza los 400 euros cuando su importancia biológica como especie es alta. En el caso del antílope sable ocurre precisamente lo contrario. Su coste por animal puede llegar a superar los 20.000 euros pese a que su aportación a la biodiversidad es menor. El trabajo publicado ahora revela además que esta relación entre precio económico y valor ecológico no ha variado durante el periodo de tiempo estudiado, dos decenios.
Los resultados obtenidos sugieren, en opinión de ambos investigadores, que las políticas de conservación y gestión del medio ambiente no deberían estar basadas en los costes económicos de las distintas especies sino en su mayor o menor contribución a la biodiversidad. María Miranda y Fredrik Dalerum destacan por último que, dado que los precios dependen en cierta medida de las preferencias de los turistas deberían encontrarse fórmulas para conseguir que los consumidores logren apreciar la importancia de las distintas plantas y animales y su aportación a la diversidad biológica.
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