Una comisión nacional y nueve nodos regionales tendrán el reto de coordinar los esfuerzos para hacer frente al cambio climático.
Hace dos meses en París, 195 países se comprometieron a reducir significativamente sus emisiones de gases de efecto invernadero para evitar que la temperatura del planeta aumente más de dos grados Celcius en este siglo. Dentro de los compromisos que firmó Colombia está lograr una reducción del 20% en el C02 que cada año lanza a la atmósfera.
Lo que no se atrevió a puntualizar el Gobierno en ese momento fue la estrategia específica para lograrlo y los sectores que tendrán que asumir una mayor o menor responsabilidad.
Esa será precisamente una de las primeras tareas que tendrá que afrontar el Sistema Nacional de Cambio Climático que acaba de ser creado por el Gobierno. Este y otros debates en torno a calentamiento global tendrán que pasar primero por la Comisión Intersectorial de Cambio Climático, un organismo de coordinación en el que tendrán asiento todos los ministerios y Planeación Nacional.
Luego, las estrategias que se definan tendrán que ser implementadas desde nueve nodos regionales. Estos nodos, según el Decreto 298 firmado esta semana por ocho ministros, reunirán a alcaldes, gobernadores, entidades territoriales, al sector privado, a ONG e institutos de investigación. Todos con la misma misión: implementar las mejores estrategias para hacer frente al cambio climático.
Rodrigo Suárez, director técnico de Cambio Climático del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, explicó que la creación del Sistema Nacional de Cambio Climático era uno de los pasos necesarios con los que Colombia espera hacer frente a los retos y desafíos del calentamiento global.
“El verdadero esfuerzo será la implementación regional”, comentó Suárez, quien espera que en las próximas semanas se concrete la primera reunión del Comité Intersectorial y comiencen a formalizarse los nodos regionales. Un comité de financiación y otro de asuntos internacionales completan el sistema. Además de comenzar la discusión sobre los sectores que tendrán que reducir sus emisiones de C02, otro de los retos que deberá asumir el sistema es encontrar el camino para reducir a cero la tasa de deforestación neta en el Amazonas.
Una herramienta que se sumará a la creación del sistema nacional será la Ley de Cambio Climático, que está siendo redactada y deberá ser analizada por los distintos ministerios antes de llegar al Congreso en la próxima legislatura. Toda esta hoja de ruta ya había sido definida en 2011 a través de un documento Conpes.
Roberto León Gómez, subdirector de desarrollo local e institucional de la Fundación Natura, está de acuerdo con la necesidad de crear un sistema de coordinación y le parece un acierto que en este caso sea liderado por Planeación Nacional. Sin embargo, advierte que será difícil que los nodos regionales operen adecuadamente, pues el respaldo que les puede dar el Minambiente a los funcionarios y personas involucradas en estas tareas es muy pobre. Un ejemplo de esto es el Sistema Nacional Ambiental, creado en 1993 y que aún hoy no ha logrado operar como un verdadero sistema.
A Francisco Alberto Galán, director del Fondo Patrimonio Natural, le preocupa que con la creación de un nuevo sistema y nuevos comités se está separando el cambio climático de la planeación de los modelos de desarrollo del país. “¿Para qué creamos otro sistemas paralelos a los que ya existen?”, se pregunta Galán, para quien el cambio climático no es más que el resultado de cómo organizamos y planeamos el territorio. Además cita el caso de pueblos colombianos que hoy no tienen más de 10.000 habitantes y en los que existen hasta 25 instancias de participación ciudadana. “Uno puede pensar que eso es bueno para la democracia, pero también que son espacios que no terminan siendo efectivos”, dice.
Por su parte, Carolina Urrutia, quien estuvo a cargo del área ambiental del Departamento Nacional de Planeación y hoy es consejera editorial de Semana Sostenible, recordó que al país le tomó casi cinco años crear este sistema. “Es importante que exista el sistema”, dice, “pero sin financiamiento esto será una serie de reuniones y comités”. Cuando se planteó en 2011 la necesidad de crear un sistema de coordinación entre el nivel local, regional y nacional se pensó en respaldarlo con un fondo de financiación que apoyara proyectos de adaptación y mitigación frente al cambio climático. Urrutia coincide en que el cambio climático no es un problema ambiental, sino de desarrollo.
Rodrigo Suárez defiende el nuevo sistema argumentando que al definirlo se pensó en el modelo más eficiente y también el más flexible. De hecho, en el camino se descartó la creación de muchos comités. A diferencia de países como México, que ya aprobaron leyes de cambio climático mucho más rígidas, este modelo permitirá hacer cambios sobre la marcha.
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