En lo que va del fin de semana, casi 600.000 personas se manifestaron en decenas de ciudades de todo el mundo, según la ONG Avaaz.
"Queremos enviar un mensaje claro para decir que queremos un acuerdo, que las meras palabras no son suficientes. Desde Uagadugú hasta Londres, pasando por Nepal, el mundo entero desfila como si fuera una sola persona reclamando acciones", subrayó en la capital británica Sam Barratt, director de campañas de Avaaz.
A pesar del frío y la lluvia, más de 50.000 personas marcharon por las calles londinenses, algunas de ellas llegadas desde Francia, donde las manifestaciones fueron prohibidas, lo que no impidió que se formara una cadena humana a lo largo de un bulevar del este de París.
"Esto me afecta directamente. Si nada cambia, mis tierras van a quedar sumergidas", subrayó en Londres Mikaele Maiava, de 37 años, habitante del atolón de Tokelau, que pertenece a Nueva Zelanda en el Pacífico y se encuentra a unos 20.000 km de la capital británica.
Varias estrellas y personalidades encabezaron el desfile en la 'City'. "Este clamor popular tiene que ser oído. Esta cumbre histórica tiene una importancia vital. Que este Debe servir para despertar conciencias", declaró la actriz Emma Thompson.
"La amenaza es seria, hay que actuar. Si somos lo bastante numerosos, los políticos tendrán que escucharnos. Ellos quieren ser reelegidos, por lo que responderán", dijo por su lado el músico Peter Gabriel.
Hubo manifestaciones en todas las capitales europeas, con unas mil personas en Atenas o 4.000 en Estocolmo y Bruselas. En Copenhague, cuatro hombres disfrazados de osos polares expusieron una "escultura", los despojos de un oso blanco cubiertos de petróleo y atravesados por un oleoducto, que quieren trasladar a París.
'El problema de nuestra generación'
En Berlín, entre 12.000 y 17.000 personas, bajo una llovizna intensa y mucho frío, caminaron hasta la puerta de Brandenburgo, donde había un enorme globo terráqueo hinchable, en cuya parte superior destacaba el rostro de la canciller Angela Merkel en medio de un imponente humo negro.
Al ritmo de tambores y vehículos con megafonía, numerosos manifestanets pedían poner fin al uso del carbón, la fracturación hidráulica (que facilita la extracción de petróleo y gas del subsuelo) y de la energía atómica.
"Queremos mostrarle claramente a los políticos que no pueden decidir por nosotros, que las cosas tienen que cambiar", explicaron Volker Völlkopf y Dörte Neumann, dos berlineses de 41 y 49 años, respectivamente. "Pero, tengo pocas esperanzas", añadió Volker.
En Madrid, unas 20.000 personas, según Greenpeace, muchas con globos verdes, se manifestaron para pedir acciones a los líderes mundiales
"Hay que salvar el jardín que nos dejaron nuestros padres y abuelos", declaró María Jesús Sánchez, una geóloga de 58 años.
En el otro extremo del planeta, en Australia, 45.000 personas se concentraron en Sídney y otras 5.000 en Adelaida. "No hay un planeta B" o "¡Solidaridad mundial!" podía leerse en algunas de las pancartas.
"Quienes son los menos responsables del problema son los primeros en sufrir sus efectos, y de la manera más dura, como las hermanas y hermanos del Pacífico", denunció Judee Asams, una militante de la oenegé Oxfam.
También un millar de personas desafiaron a la lluvia en Seúl y se esperaban concentraciones en Nueva Delhi. Río de Janeiro, Nueva York y México.
"Es el problema de nuestra generación, no solamente es un problema para los ecologistas. La educación es esencial. Nunca se es demasiado joven para sensibilizarse ante los problemas tan fundamentales", dijo Katia Herault, una francesa que vive en Londres, que llegó a la concentración junto a sus hijos, vestidos de Nemo, el pez protagonista de una película de dibujos animados.
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