¿El cambio climático a dónde llevará a Colombia?


Algo se cuece. La sed de La Guajira, la sequía del Casanare, los desastres invernales de 2010, 50 familias expulsadas por el mar en Los Córdobas: Colombia cambio climático.
Parecen hechos aislados pero en realidad cosidos por la ahora gruesa soga de los eventos climáticos extremos cada día más frecuentes.
Cuatro aguaceros con granizo en una semana en Medellín, Apartadó y Santa Marta sedientas. ¿Qué pasa?
El Ideam reveló las tendencias climáticas para el país este siglo bajo los efectos del cambio climático. Hay indicadores preocupantes aunque no buscan generar pánico.
Pero de no tomar en serio el reporte, Colombia podría estar a unas décadas del día después. No es exageración.
Planeación Nacional reveló que el país puede perder a finales de siglo el equivalente a 3,7 veces el Producto Interno Bruto (PIB) de 2010 si no se toman medidas para mitigar el impacto del cambio climático.
Esas amargas mieles ya se probaron: el Fenómeno de La Niña 2010-2011 dejó pérdidas por unos 11,2 billones de pesos, algo más de 6.000 millones de dólares.
Temperaturas más altas cada década (1°C a 2040), hasta 30% más de lluvia en algunas zonas o disminución de hasta 40% en otras regiones como la ya reseca La Guajira que podría no soportar este embate.
A finales de siglo el aumento será de hasta 2,14°C en diferentes regiones.
Los efectos son sentidos. Alejandro González, director de la Corporación Ambiental del Centro de Antioquia (Corantioquia) dice que en su jurisdicción se tienen monitoreados como efectos del cambio climático al menos cuatro situaciones recurrentes: inundaciones, avenidas torrenciales, movimientos de masa e incendios forestales.
En el país uno de los sectores económicos que resultaría más afectado sería el agrícola, en donde la productividad podría reducirse hasta 7,2% según Planeación.
Se afectarían además sectores como transporte, forestal, pesca y ganadería, que representan 4,3 % del PIB.
Andy Jarvis, cabeza del programa de Cambio Climático en el Centro Internacional para la Agricultura Tropical es claro: “El Ideam demuestra que vamos a tener cambios notables en el clima. En términos climatológicos es preocupante y cuando se pone en términos agrícolas, eso qué significa para un productor y da bastante susto en el largo plazo. Quiere decir que con 2,5 de aumento de temperatura, los sistemas biológicos, agrícolas generarán pérdidas grandísimas en cultivos”.
Es que “agricultura y clima son un matrimonio”.
Cada especie cultivada tiene un nicho climático, recuerda Esteban Álvarez, Dávila, coordinador del Grupo de Servicios Ecosistémicos y Cambio Climático del Jardín Botánico de Medellín.
Es “el rango de temperatura y precipitación donde pueden existir y hay un óptimo climático para cada una”. Si cambia el clima, las plantas adaptadas a él sufren estrés.
Pero ¿qué es lo que dice el informe de las proyecciones del Ideam que suscita inquietud entre los investigadores?


El panorama
Estudios previos habían mostrado que mientras que la temperatura media del territorio subió de 0,4°C a 1 entre 1901 y 2012, entre 1971 y 2010 la tendencia fue a un incremento entre 0,5 a 1,3.
Hubo tendencia a un aumento de las temperaturas máxima y mínima y a una mayor precipitación, en particular en la zona noroccidental.
De acá a 2040 los mayores aumentos se esperan en Arauca, Casanare, Cesar, Magdalena, Meta, Norte de Santander, Santander, Sucre y Vichada.
En Cesar hasta 1,1°C más, cuando ya tiene la ciudad más caliente: Valledupar.
Ese incremento, marcado en todo el país aunque con diferencias regionales, se mantendrá todos los periodos del año. La temperatura media subirá más en zonas de alta montaña (afectando la capacidad de los páramos de almacenar agua precisa Álvarez Dávila).
Las cumbres glaciares se extinguirán. Y es que con solo considerar algunos de los datos del informe hay razones para preocuparse:
Un 31% del territorio nacional tendrá menos lluvias; 28% más de precipitaciones en Caldas y Risaralda; 13% podría tener más lluvias en próximos 25 años; 18,2 millones de hectáreas tendrían 20% menos precipitación y 10,5 millones tendrían aumento de hasta 20% en la precipitación; 20% menos de lluvia tendrían La Guajira, Magdalena y Vaupés a fin de siglo.
Para entonces, 30°C sería la temperatura media de la región Caribe.
La temperatura promedio en los departamentos será 0,7°C mayor a la actual en los próximos 25 años. “Este aumento sumado a cambios en el uso del suelo, puede incrementar los procesos de desertificación, disminución de la productividad de los suelos agrícolas y la pérdida de fuentes y cursos de agua. Así mismo, puede ocasionar mayor incidencia de olas de calor especialmente en áreas urbanas”.
Existe otro factor para considerar: un cambio gradual en la temperatura y la precipitación generado por el cambio climático, “podría ocasionar que los efectos de fenómenos de variabilidad climática como El Niño o La Niña tengan mayor impacto en los territorios y sectores”.


Los extremos
Brigitte Baptiste, directora del Instituto Humboldt, cuenta que el reporte se basa en el promedio, por lo que las situaciones extremas generan mayor inquietud.
Se verán “efectos críticos en la zona Caribe, los que significa aridez, y hasta 30% más de lluvia en la zona cafetera lo que presenta problemas de erosión, requerimientos de adaptación de cultivos, por ejemplo para el café, y una serie de retos grandes en las estrategias adaptativas”, dice.
El Ideam indica que “26,5 millones habitantes, 55,6% de la población, deberán tomar medidas de adaptación para seguir produciendo 62,1% del PIB nacional”.
Pero la afectación es general. Nicolás Castaño, investigador del Instituto Sinchi sobre los bosques amazónicos, afirma que una evidencia real, hoy, del “cambio climático en la Amazonía es la alteración de los ciclos de lluvias en las diferentes regiones”.
En Vaupés informa, había una época seca muy definida, en la que los indígenas organizaban las chagras para sembrar. Ya no es prolongada ni tan definida como antes, lo que “vulnera la seguridad alimentaria: no logran organizar las chagras a tiempo para proveer comida”.
Ahora en la Amazonia, explica, “hay inundaciones más fuertes, sequías más fuertes, los extremos son cada vez más extremos”.
Cómo se está afectando la dinámica, la composición y estructura de los bosques es investigado por el Sinchi.
En la esquina noroccidental de Colombia, los efectos también se sienten.
Arbey Molina, subdirector de Planeación y Ordenamiento Territorial de Corpourabá, cita algunas evidencias del cambio climático en Urabá:
“Han disminuido los cultivos rendimiento por falta de agua, los eventos de inundación son más intensos y el calor es más fuerte”. Además se padece sed. Han aumentado los vientos fuertes, los vendavales que en el pasado tenían menos intensidad. Y la fuerza del oleaje es mayor, algo que acaban de comprobar 50 familias de la vecina región de Los Córdobas cuyas viviendas fueron destruidas por el mar.


Adaptación
El informe del Ideam como las evidencias que plantean los expertos solo conducen a un camino: la necesidad de establecer programas de adaptación que atenúen los riesgos que se vienen encima, como sugiere Gabriel Vallejo López, ministro de Medio Ambiente.
Una información publicada en este periódico, se daba cuenta que solo 11 departamentos cuentan con planes de adaptación y hay 5 proyectos de mitigación en marcha.
Una de las falencias la tiene la tierra urabeña. Por eso, explica Molina, se contrató la elaboración del plan de adaptación que requieren con urgencia porque en el tema “estamos en pañales en el país”.
Para Baptiste una respuesta está en la misma biodiversidad, “en el conocimiento de la dinámica de los ecosistemas, de sus usos tradicionales y usos innovadores es donde está el potencial que se tiene para responder”.
El Ciat trabaja en líneas de semillas que permitan cultivos más resistentes a condiciones extremas. “Buscar alternativas en cultivos de pancoger”, expresa Jarvis.
Alternativas que pueden estar en el mismo suelo. El director de Corantioquia cuenta que mientras en el Bajo Cauca y Occidente se nota la disminución de aguas superficiales, los acuíferos serán alternativa para mitigar la sed ante los tiempos que se avecinan.
De su buen manejo dependerá. Un buen manejo del territorio que Colombia urge ante el nuevo escenario.
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