Cuidadores de bosques aprenden de agroturismo

Gilberto Tobón Maya, escucha con atención una a una las historias y anécdotas que el guía narra, con gracia y en un lenguaje muy sencillo, en el bus, mientras señala cómo se ha conservado y degradado el medio ambiente en la zona rural ubicada al sur de Bogotá.
Durante el tiempo en que el narrador explica que Usme es una expresión chibcha que significa nido de amor, don Gilberto recuerda que cerca a su finca La Chonta, vereda La Playa, en La Ceja, donde vive, desde hace más de medio siglo, son varias las leyendas que se tejen y pueden servir como insumo dentro del proyecto agroturístico, si llegase a materializarse en el Oriente antioqueño.
Dice don Gilberto que hace muchos años, cuando la arriería era muy común en la zona, unos arrieros transportaban oro, plata y libras esterlinas en mulas desde Bogotá a Popayán. El trayecto cotidiano, por décadas, se vio interrumpido por un incidente en la almohadilla ubicada en el lomo de la bestia de carga.
El arriero, experto en esos menesteres, tomó una aguja de arria para arreglar la enjalma, pero accidentalmente, se la enterró en el corazón, muriendo de forma instantánea.
Cuenta la historia, que su compañero, sepultó en el lugar la plata que transportaban. La narración ha pasado de generación en generación por más de un siglo. Nativos y foráneos llaman aún el sitio Morro Plata.
El arriero fallecido, tuvo cristiana sepultura en otro lugar conocido actualmente, como el Alto del Muerto.
Ruta agroturística
Comenta don Gilberto que como estas, la vereda La Playa donde vive con su esposa y cuatro hijos, está llena de acontecimientos y hechos, así como de una riqueza exótica que podría “explotarse” en una ruta turística.
Desde el morro, junto con el hermoso paisaje pueden divisarse los municipios de El Retiro, La Ceja, Rionegro y El Carmen.
Don Gilberto viajó a Bogotá con 21 campesinos socios de Banco2 para la segunda fase de la estrategia que busca motivar la conservación de los ecosistemas claves del país.
Por primera vez, la mayoría de los campesinos subieron a un avión para participar en la pasantía de aprendizaje en agroturismo circuito del Tunjuelo.
Programa que contó con la participación y apoyo de la Fundación Natura, la Asociación de Productores Agropecuarios Ambientales Rurales y Procasur.
Esa segunda etapa plantea la creación de una ruta agroturística en la que se implementarán buenas prácticas agrícolas y de atención y atracción de visitantes.
El proyecto es cofinanciado por Bancolombia con recursos procedentes del reciclaje de residuos del edificio de la dirección general de Bancolombia en Medellín.
Santiago Pérez, vicepresidente de Personas y Pymes de Bancolombia, manifestó que la entidad se vincula con 121 millones de pesos.
La segunda fase busca involucrar más de 20 fincas del Oriente antioqueño. Cinco familias de La Ceja y 17 de La Unión se le apuntaron al agroturismo.
Luisa Carrizosa, directora de Procasur para Colombia, asevera que durante la pasantía los campesinos desarrollan un plan de acción que más tarde pueden replicar en sus lugares de origen. El eje de la metodología es valorar el conocimiento local.
La transmisión de conocimiento es entre pares, no es una clase magistral sino actividades a partir de las vivencias, errores y aprendizajes.
Procasur es un programa de formación que desarrolla metodologías de aprendizaje a partir de casos exitosos en diferentes áreas.
En Usme y Ciudad Bolívar, al sur de Bogotá, campesinos de Asoproam compartieron experiencias con los socios de Banco2.
Custodian bosques
Banco2 es una estrategia que surge como iniciativa de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare, Cornare.
La estrategia para la conservación y restauración del bosque natural trabaja bajo la compensación de la huella de carbono.
El balance de año y medio de trabajo de Banco2 es más que satisfactorio. Son 420 familias del Oriente antioqueño que custodian unas 14.000 hectáreas.
De igual forma, 40 empresas y 600 personas naturales se han vinculado a la estrategia de pagar a los labriegos que protegen y custodian los bosques.
Se espera que al finalizar el 2015, 1.000 familias sean parte del programa Banco2. Los recursos comprometidos ascienden a 9.000 millones de pesos.
Blanca Mary Chica, que vive en la finca las Teresas de La Unión, pensó “demasiado” cuando la invitaron a formar parte de Banco2 y, ahora ansía ingresar a él. “ Envié todos los documentos y aguardo el pago porque pienso comprar un refrigerador para la leche”.
Su hermana, Luz Amparo, aceptó la invitación y cuida tres hectáreas de bosque por los que recibe $300.000 al mes. La iniciativa que ha crecido como espuma vincula 16 corporaciones regionales de Colombia y 16 están analizando los aspectos técnicos y legales para replicarlas.
El objetivo es claro: lograr que las 33 autoridades ambientales regionales en el mediano y largo plazo repliquen la estrategia de pagos por servicios ambientales.
Carlos Mario Zuluaga Gómez, director de Cornare, señala que planes como Banco2 están “contagiando” zonas apartadas y que la corporación ambiental de la Orinoquia es un nuevo aliado. Allí son cerca de 300.000 hectáreas ubicadas entre otros, en los humedales, las que se podrían incluir.
Mientras tanto, Don Gilberto que subió a un avión por primera vez, regresa a su finca con la convicción de que el agua se está acabando y “debemos hacer algo para cuidarla”.
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